miércoles, 26 de agosto de 2015

En mi ciclo laboral he visto muchas situaciones muy especiales de la vida y de la muerte, en especial cosas que trastocan el Alma y que para muchos no tiene salida. Aquí les dejo un cuento que habla de ello ...














LA VIDA EN UN ABRIR Y CERRAR


La vida, hermosa y maravillosa, vigorosa y
alucinante, llena de sonrisas y alegrías, se
contrapone con el echo de ser a la vez muy débil y
frágil como un cristal. Y esta fragilidad brillante y
translúcida es etérea y efímera al tratarse del
equilibrio de la razón.

Hace unos días, pasando visita en una sala del
servicio de medicina y al dar de alta a uno de los
pacientes, este alegre y de ánimo bromeaba sobre
el riesgo que veía por estar muchos días hospitalizado,
 lejos de su joven esposa, sin poder saber que pasaba 
en su casa y esperando a su vez que al llegar a ella , 
encontrara todo en orden, la leña picada y alineada en 
el cobertizo y la mujer satisfecha, era lo único que 
valoraría del patas negra, ya que el, aún estaba sin fuerzas. . .
 ja, ja,ja.

Pero en la cama del frente la situación era muy
distinta, la noche anterior, se había hospitalizado un
paciente que no conocía y que estaba muy ansioso
e inquieto, no pudo dormir y se levantó y caminó
alrededor de la cama toda la noche. En sus manos
llevaba un celular y lo aprisionaba con furia, lo
miraba a cada momento, sin abrirlo, sin llamar y sin
más que sacarlo y que meterlo en su bolsillo como
un reflejo estereotipado.

− Buenos días – le dije, a manera de iniciar el
dialogo – soy el doctor Martí, ¿ Ud. como se llama ?

− Me llamo Diego y Ud. no es mi médico – dijo a

manera de reproche y distanciamiento.

− Ud, llegó anoche, esta es la sala a mi cargo y
por eso estoy aquí para atenderlo y solucionar
su problema de salud – esperando poder acercarme a él.

− Mi problema no lo podrá solucionar nadie y menos Ud. 
se metió a la cama, se tapó entero y se puso de costado 
dándome la espalda.

Sin más dialogo que el citado y con mucha calma,
lo fui destapando e inicie un examen físico inicial.
Según los datos de enfermería tenía presión arterial
normal, no tenía fiebre ni problemas respiratorios.
Era algo obeso, de tez pálida, pelo claro, de media
estatura. A medida que inicie la inspección, se
relajo y se dejó examinar sin problemas. Su corazón 
se escuchaba bien y los pulmones tenían buen murmullo, 
el abdomen era blando y sin masas y las extremidades 
se movilizaban adecuadamente, sin cadencias.

− Esta muy bien, parece que no le aqueja nada físico 
- ¿Por qué lo hospitalizaron ? 

Al intentar responderme y pese a sus 45 años,
explotó en lágrimas y comenzó a sollozar como un
niño a quién alguien le ha quitado un dulce. 
Recién en ese momento fije mi mirada en un pañuelo que
rodeaba su cuello y que no se había querido sacar
al momento de examinarlo.

− Anoche intente suicidarme, colgándome con una soga, 
pero esta se rompió – dicho esto,se sacó el pañuelo y lo arrojo con
displicencia a los pies de la cama, dejando a la vista un rodete solevantado y edematoso que rodeaba la parte baja del cuello.

− ¿Por qué se preguntará?

− ¿Y cual fue el motivo que me llevó a querer

morir... ? y es el deseo que espero cumplir muy pronto... 
- Aún sollozando y enjugándose las lágrimas con el puño de la
camisa acoto – todo es por culpa de este celular que tengo 
en mis manos, no es mío,es de mi esposa.

− Asentí en silencio y seguí su conversación atentamente

− Tenemos 3 hijos, el mayor de 9 años y la menor de 2 años, 
ella pasa las mañana en la casa y para ayudar a sostener los gastos
y cooperar con la educación de los niños trabaja en las tardes. Yo trabajo fuera de la ciudad, llegando a casa en las noches. 
Es por eso y para poder comunicarme con ella y saber de los niños, 
le regale este celular en su cumpleaños – dicho esto se desplomó
y se puso a llorar desconsoladamente.

− Le di un poco de agua, le palmotee un poco la espalda y me senté a su lado. - Siga

− Ayer, cansado y agobiado por las tareas y labores de fin de año, llegué más tarde a la casa , pero pese a lo tarde del día , debía comunicarme con mi trabajo y me di cuenta que había olvidado mi cell en la oficina, así
que use el de Delia, mi esposa, que estaba sobre la mesa. 
Después de llamar y sin saber por que, comencé a jugar con el
menú y llegue a los mensajes... malditos msm, maldito celular, malditos todos...

Se levanto bruscamente de la cama, arrojo el celular al suelo con furia inusitada y lo pisoteo con rabia varias veces hasta romperlo en pedazos, me
miró con los ojos exaltados y llenos de odio y me dijo :

− Escuche la conversación que tuvo con el paciente que dio de alta 
y por eso no quiero que sea mi médico. ¡Escucho!!! - Son todos unos
malditos, Ud, el otro y todos... malditos – dicho esto, y como un energúmeno, dio un salto y se arrojó por la ventana, reventándose en la loza de
estacionamiento cuatro pisos más abajo.

Quién no tiene uno a más de un celular para uso personal o laboral, quién no se comunica a diario y a cada ratos con su lugar de trabajo, con sus
colegas, con sus hijos y con su pareja por este medio, con llamadas, con buzón de voz, y con el msm, enviando textos, cortos y no tan cortos , con o
sin fotos... es la tecnología actual, fantástica , comunicativa y facilitadora de la vida... Es casi imposible vivir sin algún modelo de cell en el
bolsillo, en la cartera , en el bolso...

La tranquilidad del diario vivir que nos denota paz y sosiego, se puede venir abajo en un abrir y de cerrar de ojos, o mejor dicho en términos
tecnológicos actuales, la vida se puede ir al tarro con algo tan simple como abrir un mensaje (msm) del celular, sobretodo si no es de uno...
Diego así lo supo y no pudo sobrellevar al patas negras.

Y tampoco pude solucionar su problema... ¿ O sí ?



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